Un joven convulsiona en una acera, se retuerce a la vista de todos… un muchacho da tumbos en medio de la calle, grita, son casi alaridos, ¿alucina?; otro muchacho sube al techo de un ómnibus urbano, camina desatinado sobre la guagua que ha estacionado justo cerca de un poste con tendido eléctrico y que quedan a la altura del muchacho que va de un lado al otro, casi sin equilibrio y haciendo amagos de tocar los cables…
Todas son escenas en Cuba que en los últimos meses se han vuelto, sin filtro alguno de humanidad, virales en redes sociales; todas reflejan la triste realidad de las adicciones, y en prácticamente cada video se ha podido escuchar entre las voces de fondo la frase “El químico”.
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“Yo llegué aquí después de nueve años de consumo, un día hice un sobreconsumo, fue un pequeño intento de suicidio. Desperté al otro día, el suicidio había fallado, entonces hice inside y dije: 'yo necesito salir de esto, busqué ayuda a en mi familia. Empecé a venir a la clínica, vine a una terapia, empecé la rehabilitación a través del ingreso y después de seis meses me dieron el alta. Fue duro, complicado. Los primeros 21 días fueron muy tristes.
“Empecé un día en una fiesta, las amistades, como se dice, me dijeron vamos a tirarnos esto…
“Y no es lo que te dice mami y papi. Aquí hay una cultura y un conocimiento muy pobre de la drogadicción…Te dicen la droga es mala, la droga te mata, sí es verdad, pero la primera vez que tú consumes ni te mata ni la ves tan mala, entonces empiezas y empiezas, hasta que llega un momento en que no lo puedes controlar. Ya tú no eres el que decide cuándo consumir y dónde, es ella la que domina tu mente.
“Es complicado llegar aquí, porque muchas personas no quieren rehabilitarse, muchas personas vienen por mamá, por papá, por la familia, por la novia, pero realmente no quieren recuperarse de corazón, realmente no quieren ese cambio para sus vidas, no quieren salir de la esclavitud.
“Esta es una enfermedad muy dolorosa, de mucha tristeza. A veces las personas piensan que los adictos son unos descarados, unos sinvergüenzas, pero no entienden que esta es una enfermedad que está afectando duramente a la sociedad cubana.
“Los muchachos a veces no saben dónde pedir ayuda, les da pena pedir ayuda, a las personas les da un poco de vergüenza reconocer y admitir que eres adicto, que tienes una enfermedad y que necesitas ayuda profesional”
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“Tengo 18 años, estoy consumiendo desde los 15... Entré aquí con un mes de abstinencia y me ha sido fácil el proceso, a todo el mundo no le es fácil.
“Yo soy adicta y como adicta en recuperación tengo que disfrutar mis 24 horas al día. Yo me quedo fría cuando veo a las personas por la calle porque yo estoy en la calle, yo aquí ya me voy de pases largos y las he visto que ojalá pudiera cogerlas por la mano y decirles 'vamos para que te recuperes', pero todo el mundo no es igual.
“Empecé por embullo con amistades y ahí comencé a probar sola. Uno se engancha de varios días consumirlo y de estar activo. Yo perdí muchas cosas…perdí mi familia, yo no tenía ni vergüenza. Tú me decías 'oye pero tu hiciste esto' y yo, 'no, no, yo no, mátame que yo no lo hice'.
“Fue poco a poco que pude ir dándome cuenta, cuando dejé de hablarle a mi mamá y a mi papá. Mi consejo es que las drogas no son nada buenas, incluso esa que está ahora, el papelito, no sé, ni quiero saber de eso. No es nada bueno, te pierdes muchas cosas. La mujer pierde todo. La mujer tiene más que perder que el hombre. Quisiera transmitir todo lo que yo siento. Que vengan aquí, que conozcan, que vayan a terapia, que esas personas acepten que son adictas”.
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Son testimonios reales de dos jóvenes cubanos que reflejan una dura realidad: el camino hacia la recuperación es complejo y lleno de obstáculos, marcado por la soledad y el estigma que rodea las adicciones a las drogas. A pesar de sus luchas, hay un hilo común en sus historias: el deseo de liberarse de una enfermedad que no solo destruye vidas, sino que también aísla a quienes la padecen.
Un mensaje prevalece: la necesidad de que la sociedad comprenda que la adicción a las drogas es una enfermedad que necesita ser tratada con empatía y apoyo. Visibilizar que este es un fenómeno presente en nuestra sociedad es, además, un paso crucial, en esa lucha de tolerancia cero ante un flagelo que cada día encuentra en el mundo nuevos métodos, maneras, sustancias para esclavizar personas.
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El pasado mes de agosto, el Coronel Juan Carlos Poey Guerra, jefe del órgano antidroga del Ministerio del Interior (Minint), alertaba sobre la compleja situación del consumo de drogas a nivel mundial y sus devastadores efectos, especialmente en Estados Unidos. Durante su intervención en la Mesa Redonda, destacó el informe de la Oficina de las Naciones Unidas Contra La Droga y el Delito y la Junta Internacional de Fiscalización de Drogas 2023, que señala un aumento en la oferta de cocaína y marihuana, esta última con un mercado diversificado que ha demostrado ser ineficaz en la lucha contra el fenómeno.
Poey Guerra también enfatizó la creciente venta de drogas a través de redes sociales y la expansión de sustancias sintéticas, como cannabinoides sintéticos, metanfetaminas y opioides, particularmente el fentanilo, que es 50 veces más potente que la heroína. Estas drogas son populares debido a su fácil fabricación, bajo costo y rápida efectividad.
Asimismo, advirtió que Centroamérica y el Caribe continúan siendo rutas clave para el tráfico de drogas, vinculado al narcotráfico y al tráfico de armas, lo que compromete la seguridad regional. En América del Norte, la crisis de opioides ha resultado en un aumento alarmante de muertes en las últimas dos décadas. En este contexto, Poey Guerra subrayó la importancia de la prevención temprana para fortalecer la resiliencia entre los jóvenes y ayudarles a tomar decisiones informadas sobre su salud y bienestar.
El jefe del órgano antidroga del Ministerio del Interior (Minint), abordó además la situación del tráfico de drogas en Cuba, destacando el impacto de las sustancias químicas, especialmente los cannabinoides sintéticos, conocidos como "químico".
Durante su intervención subrayó que las principales afectaciones provienen del exterior, lo que ha llevado a una intensificación de las operaciones antidrogas en el país.
El coronel indicó que, a diferencia de años anteriores, donde la marihuana era la droga más incautada, en 2024 ha aumentado la incautación de cocaína, evidenciando un cambio en las rutas de tráfico marítimo. Asimismo, señaló el fenómeno de los recalos en las costas cubanas, donde elementos inescrupulosos intentan introducir estas sustancias al mercado interno.
En su análisis, Poey Guerra destacó la proliferación de cannabinoides sintéticos, cuya presentación varía, incluyendo polvo y productos impregnados en papel.
Este último método de distribución, donde la droga se impregna en pliegues de papel, ha demostrado ser altamente adictivo y potencialmente peligroso, generando un mayor riesgo de intoxicación. Poey Guerra señaló que ya se han identificado en Cuba 45 tipos de estos cannabinoides, de los 250 que circulan globalmente en diversas presentaciones.
Además, alertó sobre la aparición de estafadores que intentan comercializar sustancias locales que simulan estas drogas sintéticas, aumentando así la contaminación del mercado. La facilidad de acceso y el bajo costo de estas presentaciones, combinados con la falta de conciencia sobre su peligrosidad, han contribuido a que este fenómeno se arraigue especialmente entre los jóvenes, reflejando la urgencia de una respuesta integral en educación y prevención.
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Pero, qué es el químico, cómo está afectando esta droga sintética a nuestra sociedad. Cubadebate conversó con la doctora Elizabeth Céspedes Lantigua, especialista en Medicina General Integral y Psiquiatría, máster en Adicciones, terapeuta y directora del Centro de Deshabituación de Adolescentes (CDA), quien nos ofrece pistas, alertas y certezas claras sobre un fenómeno no solo peligroso a futuro, sino lastimosamente real y presente.
—¿Qué es el químico?
En mis primeros contactos como terapeuta de jóvenes que reconocen tener consumo desenfrenado de “El Químico” y que se encuentran ya en la triste condición de esclavizados por las drogas, la pregunta “qué es 'El Químico'” la reitero y la respuesta siempre es “no sé”.
Duele ver los efectos tan destructivos a los que se llega por tanta ingenuidad, desconocimiento e incapacidad de reconocer qué no y qué sí traer a sus vidas.
Detenerse a tiempo a preguntarse qué es, por qué voy a experimentar con drogas y sobre todo el para qué lo voy hacer, hace la diferencia. A médicos como yo nos llegan los marcados por el poder destructivos de las “drogas de ahora” o de las “nuevas drogas”, son los que ya desarrollaron la enfermedad adictiva.
Al denominarlas lo hago entre comillas porque las también llamadas marihuana sintética , “El Químico”, entre otras, pertenecen al grupo de los cannabinoides sintéticos que existen hace años, y a una clase de droga diseñada e “inspirada” en la marihuana, con la pretensión de simular sus efectos y acciones psicoactivas; pero la realidad es que la conseguida sintéticamente es una droga distinta, con efectos diferentes, que contiene sustancias químicas muy peligrosas, incluso letales y que puede ser hasta cien veces más potente que la marihuana, trayendo consigo el encargo premeditado de hacerse imprescindible para el que la consume en muy poco tiempo.
Alertar que la inseguridad y el peligro es mayor porque estas drogas sintéticas se producen en un entorno clandestino, para su tráfico ilícito, por lo que carecen de controles básicos de calidad, faltándoles regulaciones sanitarias, lo que acarrea errores de distribución desigual de sus contenidos, los que a veces ni se conocen cuáles son, con posibles elevadas concentraciones y con dosis mayores a la tolerancia humana. Son drogas producidas, por tanto, sin ningún tipo de respeto a la vida humana y sin que importe la salud de los que tomarán la peor decisión de sus vidas: consumirlas.
La respuesta más concreta que tenemos en este momento a esa pregunta como definición entendible es que “El Químico” es un conjunto caótico de ingredientes de bajo costo, muy tóxicos como formol, anestésicos para animales de gran tamaño y cualquier otra ocurrencia indolente, atomizados o rociados en una base de mezcla de hierbas preparada, que debe tener el cannabinoide sintético y que luego de su secado se trafica para colocar en la punta del cigarro de nicotina y así de adulterado, fumarlo ,como forma habitual de consumo por nuestros jóvenes.
—¿Qué factores cree han contribuido al aumento de la demanda de esta droga sintética en nuestros jóvenes?
El análisis de qué hay detrás de este aumento de consumo de drogas sintéticas en el mundo, al punto de que se habla de “epidemia de drogas sin precedentes” no es asunto concluido al día de hoy. La respuesta es compleja, hay combinación de factores que se expresan en la individualidad de cada joven que toma la nefasta decisión de entrarlas a su vida y lo que es un disparador para unos no lo es para otros.
Explicar un proceso tan complejo con una sola causa es imprudente y nada profesional. Los factores van desde el negocio de la producción, distribución, venta, la decisión de consumo de esas sustancias, pasando por las características del que la consume, sus vulnerabilidades psicológicas, familiares, sociales hasta las causas que tienen que ver con cuestiones legales, policiales, políticas, de afrontamiento, eficacias preventivas, entre otras, porque incluye el suministro pero también la demanda.
Por la parte médica, que es la que me corresponde, nos mantenemos perfeccionándonos como sistema de salud en las estrategias de prevención y en el enfoque a las características específicas del fenómeno: jóvenes como población consumidora predominante de estas sustancias y con ello incidir aún más en la reducción de la demanda.
Algunos estudios internacionales han intentado esclarecer y tipificar lo que para un joven sería “su droga ideal” y estas drogas de síntesis se acercan a esa denominación, atraen a la población joven “porque se perciben como adecuadas” por la rapidez con la que inician sus efectos una vez consumidas y la corta duración de esos efectos. Parece ser que los jóvenes consideran como “ideal” que la “duración de los efectos no sea demasiada larga si no de pocas horas; que no produzca resaca al día siguiente; que adquirirlas y consumirlas sea de una manera sencilla, fácil como ingestión oral y también fumarse”.
Es preciso observar que nuestros jóvenes han logrado muchos contar con tolerancia y aceptación familiar precisamente para fumar y en lo lícito poner lo ilícito, y con ello menor riesgo de detección hasta para la propia familia.
El análisis sobre que en relación al suministro las medidas no siempre han sido exitosas también cuenta y se esperan resultados positivos en las actividades dirigidas a hacer cumplir la ley en lo que corresponde al tráfico y distribución ilícita.
No obstante, para entender mejor, tengo que añadir que el mercado de las drogas es muy dinámico y tiene en sus manos haber encontrado formas más baratas de “fabricar” drogas por los productos que utilizan y que ya dijimos son de bajo costo y por las formas de su producción sencilla, al no tener que depender de sembrar, cosechar etc., tienen la forma “fácil, rápida y barata” de hacerlo.
Esta relación facilidad-costo bajo permite producirlas, distribuirlas y venderlas en grandes cantidades, con una oferta y disponibilidad al mismo tiempo exagerada, muy atractiva para traficantes. De esta manera para el mercado joven lo es también porque frecuentemente obtener estas drogas es asequible por “ser baratas”.
Este principio funciona en una etapa variable inicial mientras se trate de unas pocas dosis, unos pocas veces; pero así como sus efectos son rápidos, rápidamente aparecerán los efectos tolerancia, base donde se conforma la adicción, es este otro momento en el que la cantidad de dosis y frecuencias habrán aumentado tanto que ya nada será barato.
Tengo pacientes jóvenes que han llegado a nosotros agobiados, desesperados, solicitando ayuda para poder salir de tanto horror; vestidos ya con un short roto, camiseta y chancletas deterioradas y a veces aun así son prestadas “porque todos temen facilitarles algo de valor a sabiendas que lo venderán por otra dosis”, ya están etiquetados como adictos.
Sería otro elemento para entender la disponibilidad creciente de estas drogas, que todos los cannabinoides sintéticos tienen sustancias a fin pero otras son variadas, con la intención de escapar de los controles, por ejemplo, aduanales, apenas se identifica una estructura para su detección, la cambian y vuelve a crear dificultades en el control.
Responsablemente siempre acudo a mi pensamiento crítico, porque hemos aprendido de la gran oportunidad que nos entrega la crítica. Entiendo podemos hacer más y hacerlo mejor, en esta trinchera debemos estar como tarea de toda la sociedad y aspirar a mayores competencias y desempeños; nuestra posición como servidores de Salud es sagrada y nuestros jóvenes tienen que seguir siendo protegidos de tanta depredación.
—¿Hay estrategias o programas de prevención para abordar el consumo de drogas?
Salud Pública tiene diseñadas las estrategias de prevención y se han generado las acciones. En cada municipio hay un Centro (hoy denominado Departamento) de Salud Mental con lo que mejora el acceso a las alternativas de ayuda y desde este nivel se despliega además un trabajo preventivo.
Se están organizando nuevas rondas de capacitación a los profesionales de la salud en estos temas de la prevención, para así renovar interés por el tema de la prevención motivada en la búsqueda de adolescentes que puedan ser identificados, con riesgo a aumentar futuramente la triste lista de consumidores de drogas y moverlos al cambio a tiempo.
La detección temprana significa ayuda temprana, tenemos un crecimiento de consumo en los más jóvenes, hay que ser activos, hay que asumir la responsabilidad de llegar a ellos lo más pronto posible evaluando todas las áreas como consumo temprano de nicotina y alcohol como drogas porteras y de iniciación, relaciones familiares, con sus pariguales, situación escolar, educativa, habilidades sociales, ocio, organización del tiempo libre para el manejo oportuno preventivo.
No hay una fórmula universal de afrontar la triste realidad del incremento de drogas en jóvenes a nivel mundial, tenemos que encontrarla, pero contamos con la disposición de los decisores a todos los niveles en nuestro país.
—¿Cuáles son los principales efectos a corto y a largo plazo del consumo de “El Químico” en los jóvenes?
La realidad está demostrando lo que medicamente se ha venido alertando: las drogas producen gravísimos problemas en quienes las consume en todas las áreas de su vida.
Los efectos de esta droga popularmente conocida como “El Químico” pueden ser amplios e inmediatos, a mediano y a largo plazo.
El proceso de enfermar es variado pero el camino siempre va a estar lleno, luego de pasado un tiempo de Luna de Miel con la sustancia, de daños, dolor, pérdidas, fracasos, miedos, tristezas, soledad, vacíos, quiebres, desvalorización y enfermedades mentales y biológicas…
No quedará nada que pueda mantenerse sin afectarse, se trata de tiempo y consumo y se irán experimentando efectos de menor a mayor frecuencia e intensidad desde euforia, relajación, desinhibición, dificultades en la autorregulación, alteraciones de la percepción y de la consciencia, somnolencia, nauseas, pérdida del apetito, convulsiones, taquicardia, hipertensión arterial, arritmias graves, cuadros anginosos que pueden llevar al paro cardíaco, ataxia con alteración del control muscular; de ahí las posiciones contracturadas por rigidez muscular y marcha tipo zombi que se presentan en algunos jóvenes, los cuales estando bajo consumo han sido grabados y subidos a la exposición pública sin respeto al ser humano que, por su condición de estar bajo los efectos del consumo e intoxicado, no puede decidir si está de acuerdo o no a ser observado. Estos jóvenes necesitan tratamiento a su problemática de forma sensible, humana y ética.
Con toda esta sintomatología a cuestas a cambio de un breve tiempo de placer artificial y a la indisposición a pedir ayuda, se producirá en algunos la pérdida de lo más valioso, la vida. La muerte por sobredosis, intoxicaciones severas y daños multiórganos con insuficiencia renal, hepática, cardiorrespiratoria entre otras.
La versión de guiñapo humano de un joven que tuvo un antes hermoso empieza a imponerse y ante la carga de un cuerpo en ruinas se añadirá la pérdida de la salud mental, son jóvenes que pierden su serenidad, paz interior, despojo de sus valores siendo más propensos a atentar contra sus vida, a la ansiedad, agitación, irritabilidad, confusión, ataques de pánico, comportamientos desorganizados, alucinaciones, delirios, psicosis y pérdida de todo tipo de motivación.
Como se incrementa el consumo de estas drogas en las jóvenes, tenemos que hablar en las difíciles situaciones añadidas en ellas, como embarazo precoz, abortos, partos pretérminos, trastornos en la implantación, crecimiento intrauterino retardado, para al final traer a la vida a un recién nacido dañado y con abstinencia neonatal, si la adicta consumió drogas durante el embarazo.
Sintiéndose fracasados y que no pueden dejar de consumir se entregan a fatalidades de todo tipo, una de ellas seguir consumiendo y desarrollar la adicción que significa ruina y esclavitud. Desprenderse de la dependencia activa es hazaña de héroes en conjunto con una larga ayuda profesional, pero hay una regla sencilla, si te preocupa tu vida, tu libertad, tu valor como persona, tus sueños, tus seres queridos, hazte la pregunta si realmente quieres para tu vida tanto sufrimiento.
—¿Qué recomendaciones darías a las familias para proteger a sus hijos de las adicciones?
Cuando llega un joven a nuestro Centro, la familia reconoce haber formado parte del problema, primero desde el desconocimiento no solo para identificar a tiempo el consumo de drogas de síntesis, sino también para identificar los propios patrones de conducta familiar facilitadores de insania como la permisibilidad, el debilitamiento de la función educativa en valores y fallas en el control “porque confiaba en que no lo iba hacer”.
Hay que controlar, hay que poner límites, hay que armonizar el ambiente familiar con pautas de disciplina.
Siempre recomiendo la educación en valores, la obediencia, responsabilidad, la solidaridad, la gratitud porque son estrellas que dan luz a los jóvenes; pero ¿cómo va ser un adolescente responsable si no tiene tareas en el hogar, no tiene deberes y solo derechos?, ¿cómo va a ser un adolescente solidario, no egoísta si se forma entendiéndose como el centro del universo, creyéndose que se lo merece todo y no se siente agradecido por lo que tiene e inconforme e insatisfecho por lo que no tiene?, ¿qué se formará en un joven con una economía familiar que prioriza sus gustos por encima de todo, a veces conseguidos tras inmensos sacrificios de la familia que él no percibe y de los que no formó parte?
Otras veces las motivaciones de esfuerzo como estudiar son abandonados para ponerse a “luchar” porque “es maduro y lo que lucha es para darse sus gustos”. Consumir drogas muchas veces son estos gustos, en vez de aportar al bien común familiar.
La familia cubana es de esfuerzo y de amor, pero sugiero no confundir estos términos; soy admiradora de los jóvenes, su edad hermosa es valiosa para crecer como seres humanos buenos y aptos para protegerse en las mejores decisiones y poder divisar que consumir drogas sería su mayor fracaso. Una vez en tratamiento rehabilitador los jóvenes que enfermaron hacen un crecimiento en valores sin los que no podrán mantenerse jamás sin reiniciar el consumo que los esclavizaba y para así no volver más a ese punto en que la vida les dolió tanto.
A la querida familia cubana, que un adolescente fume y tome alcohol no debiera ser admitido “porque todos lo hacen”, no es cierto, al hacerlo abrirán puertas a las adicciones, el 95 % de nuestros pacientes consumidores de “El Químico” empezaron su historia de consumo a los 14 años promedio con cigarro de nicotina y posteriormente experimentaron con otras drogas igualmente fumadas y dentro de ellas, estas sintéticas.
Hay que recuperar espacios de unión familiar, de deberes compartidos, de comunicación dentro de la familia, de metas y sueños en familia, no es una familia que protege, es una familia con factores de protección para el no consumo de drogas de su miembro más joven. Y si no sabe cómo hacerlo, si cree que no van bien las cosas, si necesita desarrollo sano, pidan ayuda profesional, no se queden en no sé qué hacer.
El Centro de Deshabituación de Adolescentes, conocido como CDA, cumplirá en mayo próximo 20 años de fundado. Esta institución fue el fruto de un análisis que en aquel momento se hizo de prepararnos para ser parte de la solución a una problemática que, observando los comportamientos internacionales, se entendió por los decisores de alto nivel que, si bien en aquellos momentos no se comportaba igual estadísticamente en nuestro país, no podíamos esperar nos tocara, aunque fuera en menor cuantía, para empezar a accionar.
Hoy el CDA cuenta con experiencia de trabajo y es el lugar donde jóvenes reencuentran el camino del mejoramiento humano y familias son salvadas del sufrimiento que significa ver destruirse a ese joven amado.