Los organizadores de la segunda edición del Festival de Tradiciones Artemisa Mestiza acertaron al repetir y enriquecer La ruta de la historia, la cual incluía la visita a las Ruinas del Cafetal Angerona, Monumento Nacional, y la presentación de un grupo portador de tradiciones.
Como sugerencia de los primeros en explorar aquel sendero se decidió alargar el recorrido a la comunidad de Las Terrazas y detenerse en lugares icónicos que ilustrasen la riqueza y mestizaje de la cultura artemiseña en la zona: las ruinas del cafetal Buenavista, el Rancho Curujey, la Casa de Polo Montañés y el estudio del pintor Lester Campa Melo.
La visita este domingo a las ruinas del cafetal Buenavista devino experiencia que muchos no olvidarán. Allí, Oriol Blanco Chirino, el guía, habló del origen de la comunidad; de su proyectista, el arquitecto Osmany Cienfuegos; de la génesis del cafetal con sus plantas medicinales y secaderos en terrazas; de una ceiba que plantaron en tiempos de la COVID-19.
Al salir sucedió algo curioso. Les aguardaba un tocororo. El ave, tranquila, se dejó fotografiar. Aquella aparición era una llamada de la naturaleza a cuidarla; a no olvidar a quienes allí habitaron y sufrieron los horrores de la esclavitud; como tampoco al talento que creó tal belleza en plena armonía con el entorno.
El Rancho Curujey fue una parada obligatoria. El lago llamaba al baño, a surcarlo. Aunque el tiempo era poco varios se arriesgaron; el recuerdo quedó en autofotos.
La Casa de Polo Montañés convida a recordarlo. El “Guajiro Natural” no ha muerto; en su hogar no cesa el ajetreo. Con sombreros salieron los excursionistas; una vez más, autofotos e instantáneas de familia y amigos.
Otra sorpresa aguardaba al grupo. Conversar con Lester Campa Melo es todo un privilegio. Habló de sus inicios y explicó el significado de algunas piezas. Al final, muchos regresaron a casa con una reproducción autografiada.
Todo parecía concluir en las Ruinas del Cafetal Angerona. Después de conocer su historia y recorrerlas, almorzaron. El grupo disfrutó el silencio del lugar. Los más pequeños jugaron. Hay quien debía seguir trabajando una vez llegara a su hogar. Lo cierto es que todos acordaron repetir la excursión.
Artemisa Mestiza enriqueció su ruta de la historia. De esta esta manera también honró su nombre.